Una investigación demostró que el reciente brote de fiebre de Oropouche en la región amazónica brasileña, el mayor jamás registrado, fue causado por un nuevo linaje viral, denominado ‘OROV BR-2015-2024’.
La investigación analizó muestras de 382 casos registrados entre agosto de 2022 y febrero de 2024 en los estados de Amazonas, Acre, Rondônia y Roraima. Durante ese período, se registraron más de 6.000 casos en 140 municipios de la Región Norte. Los análisis revelaron que los contagios fueron causados por una nueva cepa del virus de Oropouche, que también fue detectada en una muestra recolectada en la ciudad de Tefé, Amazonas, en 2015, y en Guayana Francesa en 2020.
Considerando las características genéticas del patógeno, los investigadores estiman que el linaje OROV BR-2015-2024 probablemente surgió entre 2010 y 2014 en el estado de Amazonas, propagándose silenciosamente hasta provocar la reciente epidemia. El nuevo linaje del virus de Oropouche surgió a través de un reordenamiento genético entre cepas que circulan en Brasil y otra que circula en Perú, Colombia y Ecuador. El reordenamiento ocurre cuando la misma persona o animal es infectado por dos cepas virales diferentes de manera simultánea. Así, en el proceso de replicación viral puede surgir una cepa que sea una combinación de dos patógenos, como se observa en este caso. Todavía es necesario realizar más investigaciones para determinar el impacto de la aparición de la nueva cepa en la propagación de la fiebre de Oropouche en el Amazonas y más allá. Por un lado, la nueva cepa presenta cambios en la superficie de la partícula viral que pueden facilitar el escape de los anticuerpos. Por lo tanto, las personas previamente infectadas con el virus de Oropouche pueden tener una protección reducida contra la nueva cepa. Además, un estudio preliminar indica que la nueva cepa se replica más rápidamente en las células que el primer linaje del virus de Oropouche aislado en Brasil en la década de 1960. Por otro lado, los investigadores señalan que la nueva cepa circuló durante casi diez años antes de provocar un gran brote.
Al analizar las características genéticas de los virus y los lugares donde se registraron los casos, los investigadores observaron que la propagación de la enfermedad se producía mediante una combinación de movimiento de vectores y de seres humanos infectados. En aproximadamente dos tercios de los casos, la propagación del virus fue compatible con la distancia de vuelo de los insectos, que se mantuvo por debajo de los 2 kilómetros por día. Sin embargo, en aproximadamente un tercio de los registros se observó una dispersión de más de 10 km por día, lo que indica una asociación con el movimiento humano.
Fuente: Reporte epidemiológico de Córdoba 2860 – Nature
Septiembre 2024